La nutrición y el buen manejo desde el principio ayudan al desarrollo de un aparato digestivo sano
La buena alimentación y las prácticas de crianza son clave para el desarrollo correcto del tracto gastrointestinal del pollo de engorde, dijo el médico veterinario especialista en aves Carlos López Coello, de la Universidad Nacional Autónoma de México.
“Todo comienza desde el nacimiento”, dijo el maestro y enfatizó que éste es un proceso estresante que hace que las aves gasten mucha energía, por lo que nacen básicamente con un balance energético negativo. Además, los cambios de temperatura y humedad, el proceso de sexado, la vacunación, la colocación en las cajas y el embarque son factores adicionales de estrés (véase la Figura 1). Al final de este proceso, los pollos han agotado todas sus reservas corporales de energía –cuando menos las del hígado, como el glucógeno– por lo que comienzan a utilizar el saco vitelino.
Los nutrimentos de la yema son vitales para el desarrollo correcto del tracto digestivo y del sistema inmune. De hecho, durante los primeros días de vida, aporta aproximadamente una cuarta parte de la energía y casi la mitad de los lípidos que necesita el pollo. Si el ave se queda sin comer, esto retrasa la absorción del saco vitelino, rico en nutrientes, por lo que es esencial que el consumo de alimento comience lo antes posible, subrayó el Dr. López Coello.
El alimento ayuda a activar varias enzimas digestivas incluyendo amilasa, lipasa y tripsina, y ayuda a los pollos a desarrollar normalmente las vellosidades intestinales, pequeñas estructuras que absorben los nutrientes conforme pasa el alimento por el intestino. Para que ocurra este desarrollo fisiológico y para que las aves tengan un buen inicio nutricional, lo ideal es que hayan terminado de absorber el saco vitelino hacia el cuarto día de vida, indicó.
Las grasas y aceites son vitales
No sólo es importante que las aves comiencen a comer pronto para que el inicio de su desarrollo sea correcto, sino que también lo es la selección de la ración. “Los niveles elevados de grasas y aceites reducen el tiempo de tránsito del alimento y ayudan a las aves a utilizar mejor los nutrientes”, dijo. También ayudan a estimular el reflujo del yeyuno al duodeno, lo que da a las enzimas digestivas más tiempo para aprovechar mejor el alimento.
La presencia de grasas oxidadas en las raciones afecta directamente el desarrollo y la diferenciación de las células intestinales. El Dr. López Coello explicó que si los alimentos no contienen suficiente grasa, la diferenciación celular ocurre más lentamente haciendo que el alimento no se digiera con eficiencia, desperdiciándose la costosa energía de la dieta.
El hecho de dar la ración en forma de pelets o en harina también tiene un efecto sobre el desarrollo gastrointestinal, continuó diciendo. Los pelets tienden a incrementar la cantidad de vellosidades intestinales pero no su longitud. Por el contrario, las raciones en harina aumentan la longitud pero no el número de las vellosidades. Además, la restricción del consumo de agua tiene un efecto negativo sobre la maduración digestiva y acorta la longitud de las vellosidades en desarrollo, explicó.
La flacidez de la molleja es importante
El orador aconsejó a los productores prestar atención a otra parte del aparato digestivo que muchas veces se olvida: la molleja, estructura muscular que ayuda a las aves a degradar el alimento y que desempeña un papel importante en la motilidad intestinal.
Algunos fabricantes agregan carbonato de calcio a la ración porque, entre otros beneficios, ayuda a engrosar los músculos de la molleja. El uso de partículas grandes, como grano entero de maíz, se asocia con el desarrollo de mollejas de mayor tamaño, agregó.
Al concluir su presentación, el doctor subrayó que la actividad de las bacterias en el intestino es un componente vital de la digestión. Una de sus principales funciones es crear una biocapa protectora que combate a los gérmenes patógenos que ingresan al intestino. La microflora bacteriana se desarrolla por etapas. Las primeras bacterias aparecen aproximadamente a los 6 días de edad, otras lo hacen a los 8 días y otras a los 11 días, y así sucesivamente. Alrededor de las 2 semanas de edad, por lo general las aves ya han desarrollado completamente su microflora intestinal protectiva funcional, dijo.
Sin embargo, el desarrollo de la microflora intestinal puede se puede ver influenciado positiva o negativamente por otros factores, aunque su impacto preciso no está bien comprendido aún. Estos factores incluyen el manejo de la cama, el tipo de casetas o galpones y la presencia de promotores del crecimiento, desinfectantes, antibióticos, vacunas y vitaminas, subrayó.
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