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Mirando el reloj
“Estos animales viven 840 horas, lo que nos deja muy poco margen para cometer errores o retrasos de cualquier índole”, dijo Brad Harp, vicepresidente de operaciones en vivo de esta empresa avícola estadounidense. “Pasa lo mismo que en una carrera de automóviles: si no metes a tiempo la segunda velocidad, pierdes”.

El gerente de operaciones en vivo, Rick Tullos, está de acuerdo. “Con aves de ese tamaño, si uno pierde 8 horas de crecimiento por enfermedad o estrés, esto representa el 1% de la vida del pollo. En este caso todo habrá terminado y sólo nos queda ponernos a llorar”.

La producción de siete a ocho ciclos de pollos livianos requiere de un manejo intensivo que implica muchas variables, algunas predecibles y otras no; pero para el equipo de producción de Cagle’s, el mantenimiento de una buena salud intestinal y respiratoria es la clave para la viabilidad y el rendimiento de sus pollos.

‘Un intestino y un par de pulmones’

“Tal vez suene un poco burdo, pero para mi un pollo es básicamente un intestino con un par de pulmones”, dijo Harp. “Si podemos mantener estos órganos sanos, dar a nuestras aves una buena nutrición y proporcionarles el ambiente correcto, el resto es como conducir el auto cuesta abajo”.

Harp dijo que las enfermedades respiratorias no les han causado grandes problemas en años recientes. “Pero hasta hace poco nos dimos cuenta de la gran cantidad de problemas de salud intestinal que teníamos”, comentó. “Y nos han costado mucho también”.

Frenando la fuga

Cagle’s había cambiado a su programa normal de verano en 2008, cuando se les presentó un diseminado y severo brote de dermatitis gangrenosa. “Teníamos 93% de viabilidad”, dijo Tullos. “O, dicho de otra manera, estábamos perdiendo el 7% de los animales antes de llegar al mercado, situación inaceptable”.

La dermatitis gangrenosa es una enfermedad costosa que causa necrosis de la piel de las alas, los muslos, la pechuga y la cabeza de los pollos en crecimiento. No se trata de una enfermedad intestinal en sí, pero los brotes se han relacionado con coccidias residuales que los anticoccidiales ionóforos dejan pasar sin control.

La evidencia es circunstancial, pero un número creciente de productores ha observado que las aves vacunadas con Coccivac-B no desarrollan dermatitis gangrenosa. Por sí misma, la vacuna no previene la infección, pero se sabe que las aves vacunadas no sufren la coccidiosis subclínica tardía que en ocasiones se puede presentar cuando se dan medicamentos en la ración.

Para ayudar a frenar la dermatitis gangrenosa en sus galpones, Harp y Tullos diseñaron un plan de ataque de dos vías diseñado para prevenir las fugas de coccidiosis asociadas con la dermatitis. Primero, cambiaron a todos los pollos que estaban ya en el campo a un programa basado en un anticoccidial químico a los 18 días, para destruir a las coccidias que no habían sido controladas por el ionóforo utilizado en el alimento iniciador. Al mismo tiempo, comenzaron a vacunar con Coccivac-B a todos los pollos de un día de edad que entraban al sistema.

“Para nosotros fue como encender la luz”, dijo Tullos. “Tan pronto comenzamos a vacunar con Coccivac-B a nuestras parvadas desapareció la dermatitis –¡se fue!– y nuestra viabilidad se incrementó del 93 al 97%. Mejoramientos como éste por lo general no se presentan tan rápido en la producción en vivo. Normalmente se requiere tiempo para tener un efecto, pero éste fue casi instantáneo”.

‘No podían mantener la cama seca’

Habiendo dejado atrás la dermatitis y al ver que se aproximaba el otoño, Harp y Tullos decidieron dejar de vacunar después de dos ciclos, con el plan de cambiar a un nuevo ionóforo durante un ciclo y luego rotar a nicarbazina en los alimentos de iniciación y crecimiento para el programa de invierno, pero no lograron llegar tan lejos. Después de 4 semanas con el ionóforo, sus aves comenzaron a presentar signos de coccidiosis.

Y la situación empeoró rápidamente.

En diciembre se les presentó un brote de coccidiosis en aves que les faltaban sólo unos días para llegar al mercado. La viabilidad cayó hasta el 75% en una granja. “Se estuvieron presentando brotes terribles de coccidiosis aun en presencia del programa de ionóforos. Simplemente no podíamos mantener la cama seca y parecía sopa”, dijo Harp. “El problema era tan severo que incluso pensamos en sacrificar a las aves de dos galpones. Afortunadamente, el cambio al anticcocidial químico nicarbazina lo resolvió de inmediato”.

Mejor salud y uniformidad

La primavera siguiente, Cagle’s comenzó a vacunar a todas sus aves con Coccivac-B para mejorar el control de la coccidiosis – en esta ocasión vacunaron durante cinco ciclos. El mejoramiento de la salud no fue la única ventaja de vacunar a los pollos, pues Harp y Tullos también notaron que las aves crecían con mayor uniformidad. “Se veían como muñecos saliendo de la prensa de una fábrica”, dijo Tullos. “Era sorprendente”.

Los productores que trabajan con la empresa por contrato notaron también la mejor salud y uniformidad, al grado de que cuando eventualmente Cagle’s volvió a utilizar medicamentos en la ración para controlar la coccidiosis, protestaron diciendo que querían “más de los pollos de color rosado”, dijo Tullos, refiriéndose al colorante rojo de la vacuna que se aplica por aspersión. Dicho colorante, que con el tiempo se va desgastando, promueve la ingestión temprana y la distribución de los ooquistes de coccidias presentes en la vacuna.

Después de utilizar este biológico durante cinco ciclos en 2009, la compañía regresóal uso de medicamentos en la ración durante los meses de frío, período en que los aparceros “limitan la ventilación”, dijo Tullos, lo que dificulta tener la cama seca y aumenta el desafío coccidial.

“Nuestros aparceros todavía no logran manejar la ventilación como quisiéramos para poder utilizar Coccivac-B todo el año, aunque es una opción a considerar en el futuro”, agregó Tullos.

Desde diciembre de 2008 Cagle’s ya no ha vuelto a emplear ionóforos para controlar la coccidiosis.

“Tal vez después de un par de años consideremos volver a utilizarlos, pero Brad y yo nos mostramos escépticos”, dijo Tullos. “Por otra parte, hemos estado muy contentos con la vacuna”.

No es sólo para pollos grandes

Harp y Tullos también disiparon sus preocupaciones originales sobre la posibilidad de que las aves presentasen un retraso momentáneo después de la vacunación y no pudieran recuperar lo perdido antes de llegar al matadero.

“Inicialmente tuvimos algunas pérdidas en conversión alimenticia, pero nos dijeron que ocurriría sólo en la primera ronda”, dijo Tullos. “Pero también nos dijeron que lo recuperaríamos al seguir utilizando Coccivac-B durante varios ciclos”.

Por ejemplo, las aves de la primera ronda de Coccivac-B presentaron una conversión alimenticia de 1.78 por libra de ganancia, pero para la tercera ronda la conversión mejoró a 1.72. Según indicaron, todavía fue más importante el hecho de que las aves vacunadas mostraron menor mortalidad que las medicadas y su crecimiento fue más uniforme, siendo así más fáciles de procesar.

“Todas las preocupaciones que teníamos sobre el uso de Coccivac-B en pollos pequeños han desaparecido” dijo Harp. “Y otra cosa: tampoco nos tenemos que preocupar por un período de retiro, como ocurre cuando medicamos el alimento”, lo que brinda mayor flexibilidad para el procesamiento.

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